Luz led: la luz de la vida
La luz en sí misma representa la vida, ya que casi todo en nuestro mundo habitable requiere alguna forma de energía luminosa, directa o indirectamente, para mantener la vida. Es lo que nos despierta por la mañana, lo que permite que nuestros alimentos crezcan y lo que da energía a nuestro día. Cuando la luz desaparece, nuestro cuerpo reacciona instantáneamente, se descomprime y se prepara para el descanso. Este ciclo interno de 24 horas de procesos bioquímicos, fisiológicos y de comportamiento se conoce como ritmo circadiano, que existe en todas las formas de vida, desde las bacterias y los animales hasta los seres humanos.
La luz y los humanos
Además del protagonismo que la luz solar natural ejerce sobre nuestro ritmo circadiano, también tiene un efecto significativo sobre nuestro bienestar a través de su capacidad para sintetizar masivamente nuestro propio suministro de vitamina D. Mientras que la mayoría de las demás vitaminas deben obtenerse de los alimentos, la vitamina D puede sintetizarse en la piel a través de una forma de fotosíntesis. Para la mayoría de los individuos de piel clara a blanca, 30 minutos al sol en verano pueden sintetizar hasta 50.000 UI (1,25 mg) de vitamina D en las 24 horas siguientes a la exposición. Entre otros beneficios, los niveles adecuados de vitamina D son necesarios para formar huesos fuertes en los niños en crecimiento y para mantener una buena salud ósea en los adultos. Esta puede ser otra razón por la que los jubilados tienden a gravitar hacia ambientes más cálidos.
Los efectos de la luz
La luz también nos permite ver.
El “espectro visible de la luz” va de 380 nm a 770 nm, y define esencialmente lo que interpretamos como vista. Cada color es en realidad una longitud de onda diferente. El rojo, por ejemplo, está en el rango de 640nm a 700nm, mientras que el azul está en el otro extremo del espectro, en el rango de 400nm a 470nm. Nuestra reacción psicológica al color, ya sea de una fuente de luz o de un color de pintura, es una ciencia probada. La exposición a la luz azul sugiere a nuestro ritmo circadiano que estamos en el punto álgido del día y que debemos tener la máxima energía. Despertarse con la luz natural del sol, es una prueba de la reacción del cuerpo a la luz azul. Por el contrario, la ausencia de luz azul sugiere a nuestro cuerpo que es hora de bajar el ritmo y descansar, y por tanto aumenta la secreción de melatonina, nuestra hormona natural del sueño. Curiosamente, se ha demostrado que el ritmo circadiano o la reacción humana a la luz es consistente independientemente de si se trata de luz natural, o hecha por el hombre. Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que las lámparas de luz azul “para sentirse bien” sean un gran éxito en las zonas geográficas que carecen de sol, y por qué la iluminación tiene generalmente un efecto significativo en la comodidad o la falta de ella, de un entorno.
Luz LED
A finales de los años 80, el Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA se embarcó en una serie de estudios sobre la luz que continuaron durante la última década. El objetivo era el uso de LED (diodos emisores de luz) para crear una reacción de fotosíntesis en las plantas en el espacio, y esto evolucionó rápidamente a estudios que implicaban la reacción humana a diferentes variaciones de nanómetros (colores de luz).
Las luces LED fueron descubiertas por primera vez en 1927 por un ruso llamado Oleg Vladimirovich Losev, pero su uso comercial no fue realmente viable hasta principios de los años 70. Para entonces, su fabricación era extremadamente barata, requerían una fuente de energía mínima, podían ser extremadamente brillantes y tenían una vida útil increíble. Como resultado de estas cualidades, las luces LED se utilizan hoy en día en casi todas las industrias que requieren luz, desde una simple luz de semáforo hasta los faros más brillantes de los vehículos más sofisticados de la carretera.
A lo largo de los años, las luces LED han evolucionado hasta convertirse en una ciencia en sí misma con el uso de muchas combinaciones diferentes de materiales semiconductores inorgánicos que permiten una gama cada vez mayor de nanómetros (colores) precisos. Los LED son únicos en este sentido, ya que pueden reproducir el nanómetro natural de forma precisa e individual. Esto ha demostrado ser muy útil en muchas industrias, entre ellas la médica y la estética. Por primera vez, se pudieron probar nanómetros específicos, controlados, limpios y exactos de diferentes maneras para observar reacciones específicas, lo que ha llevado a la evolución de la terapia de luz LED.
El LED y la energía celular
No faltan estudios sobre la eficacia de los LED para una amplia variedad de aplicaciones que van desde la curación de heridas, la regeneración muscular profunda, el acné, las líneas finas y las arrugas, etc. Aunque se citan muchas variaciones diferentes de los mecanismos de acción, la mayoría coincide en que, en pocas palabras, ciertos nanómetros de LED administrados en estructuras de pulso y niveles de densidad de potencia específicos tienen la capacidad de aumentar la forma natural de energía celular del cuerpo conocida como ATP (adenosina tri fosfato). De forma muy similar a la microcorriente, la combinación correcta de LED puede utilizarse como fuente de energía externa, creando un gradiente de protones a través de las mitocondrias, lo que permite un aumento significativo del ATP. Con más energía celular, el cuerpo tiene la capacidad de funcionar mejor, más rápido y más eficazmente, lo que a su vez se traduce en un tiempo de curación más rápido, una recuperación más rápida de los procedimientos quirúrgicos y una piel más sana y de aspecto más joven.
Lo específico de la tecnología LED y sus resultados son los parámetros en los que se utiliza en cada estudio.